¿Dormir con faja es bueno o malo? | Blog Nubett
Dormir con faja se ha vuelto una tendencia en los últimos años para las mujeres que quieren lucir una figura definida. Hoy traemos la respuesta ante esta inquietud, la encontraras aquí en el blog de Nubett.
¿Dormir con faja es bueno o malo? Es la pregunta que muchas mujeres se hacen hoy en día, dada la tendencia de usar esta prenda durante el sueño. Las fajas de han convertido en una opción para quienes buscan adelgazar y al mismo tiempo tener una figura con cintura y caderas definidas, “como reloj de arena” (según se dice). La preferencia por el uso de esta prenda ha llegado a tal grado, que dormir con faja se ha vuelto muy común. Incluso existe la tendencia de las tightlacing o “entrenadoras de cintura”, entre las que se encuentran muchas mujeres del mundo de la moda, que evitan quitarse la faja en cualquier momento, supuestamente para obtener mayores beneficios estéticos.
Usar faja siempre se ha considerado incómodo. Pero con las actuales innovaciones en los tejidos y las confecciones, existen también muchas opciones de fajas en el mercado que brindan comodidad a las usuarias. Ante esto, muchas mujeres finalmente se cuestionan si dormir con faja es bueno o malo. En Nubett queremos que estés al tanto de las últimas tendencias de descanso y que conozcas si son o no beneficiosas para tu salud corporal y mental.
Es por eso que hoy te traemos toda la información para valorar si es bueno dormir con faja o no, y qué implicaciones tiene esto para la calidad del sueño. En este post encontrarás las opiniones de los expertos en el tema, así como los diferentes puntos a favor y en contra del uso de fajas para dormir.
Los prometidos logros que da dormir con faja
No son pocos los promotores del uso de las fajas y corsés que garantizan resultados deslumbrantes con el uso de estas prendas. Para lograr los objetivos recomiendan llevar el corsé hasta 22 horas al día, y sólo retirarlo para el baño. Incluso consideran que dormir con faja es válido en la búsqueda de los prometidos beneficios. A todas las mujeres les gusta lucir hermosas, y cuando la sociedad premia cierto tipo de cuerpos y los considera más hermosos que otros, comienza para muchas mujeres el conflicto de querer modificar su cuerpo natural.
En el mundo de la moda y el glamour destacan las modelos que tienen cinturas “de avispa”, cuerpos esculturales en forma de “reloj de arena” y nada de barrigas, mientras sus pechos resaltan prominentes hacia el frente. Revistas, películas, series, pasarelas, anuncios, cantantes y actrices, se han encargado de penetrar en la psique social y femenina para instaurar la idea de que sólo se podrá ser bella y exitosa si se tienen estas características corporales, y hasta cierto tipo de psiquis.
Las mujeres “normales” comparan sus cuerpos de cinturas anchas, con pancita afuera y sin un busto tan pronunciado, y entonces se sienten mal. No porque por sí mismas no se consideren bellas, sino porque les lavan el cerebro para que piensen de esa manera. Ya saben que, para triunfar en el mundo, deben cambiar la condición de su cuerpo por uno que se asemeje al del canon de belleza reinante. Es aquí cuando muchas inician su propia carrera en el entrenamiento de cintura, muchas veces guiadas por agentes externos y sin consultar a ningún especialista o médico que les prevenga de los posibles problemas.
En el mercado se encuentran diversas opciones de fajas y corsés. Las fajas son diferentes de los corsés. Las fajas no tienen varillas metálicas y sólo se ajustan al cuerpo por medio de una presión elástica. Esto hace que, en principio, la faja sea menos invasiva para el cuerpo que el corsé. Sin embargo, el uso prolongado tanto de faja como de corsé (al punto de incluso dormir ellos puestos) puede traer consecuencias negativas para la salud.
Pese a esto, las mujeres se animan a usar las fajas y los corsés estimuladas por las promesas de los beneficios. No faltan programas de TV, anuncios y otras mujeres, que animen al uso de este tipo de prendas para lograr obtener la “figura perfecta”. Entre las promesas de beneficios del uso prolongado (incluido dormir) con faja o corsé, se encuentran las siguientes:
· Ayuda a mantener la buena postura: Usar la faja o el corsé ceñido ayuda a mantener la columna en una misma postura. Algunas mujeres disfrutan de este beneficio, ya que habitualmente tienden a desviar la columna hacia un lado. El uso de corsé puede fomentar que disminuyan los dolores posturales de la espalda. Sin embargo, si el accesorio se usa en exceso, puede provocar la atrofia de los músculos de la espalda.
· Brinda soporte para hacer ejercicios: Las fajas se usan para hacer ejercicios y dar un extra de soporte a la columna. También se usan para hacer sudar la barriga y perder la grasa acumulada. El tipo de fajas para practicar ejercicios debe ser lo suficientemente flexible y cómodo como para permitir los movimientos durante el entrenamiento.
· Moldea la figura corporal: Esto más bien parece un prejuicio. Según los especialistas, esas fajas o entrenadores de cintura no logran moldear la figura del cuerpo, sino que sólo consiguen ese efecto mientras la prenda está en uso. Cuando dejan de usarse, el cuerpo vuelve a su posición inicial. Esto significa que el moldeado del cuerpo es algo pasajero, nada permanente.
· Ayuda a perder peso: Muchas mujeres refieren que han perdido peso con el uso de las fajas y los corsés. Esta sensación es algo artificial, ya que la ilusión de haber perdido peso se debe sobre todo a que la faja hace sudar y soltar más líquido en la zona donde está ajustada. En realidad, para perder peso, lo ideal, y puede que lo único saludable, es llevar una dieta sana, en la que gastes aproximadamente las mismas calorías que consumas.
· Disminuye el apetito: El entrenador de cintura ejerce una presión constante sobre el estómago. Esta compresión da la sensación de saciedad más rápido que si el estómago estuviera en condiciones normales. Por eso es que se dice que el uso de las fajas “disminuye el apetito”, lo cual no necesariamente es sano.
· Reduce la talla de la cintura: Uno de los principales motivos por los que las mujeres quieren usar fajas y corsés, es por lograr tener una cintura “de avispa”, extremadamente estrecha con respecto a las caderas y los hombres. El enfoque que dan al respecto los entrenadores de cintura, crea la ilusión de tener un cuerpo como “reloj de arena”, es decir, con la cintura muy estrecha, con las caderas más pronunciadas, y con los senos realzados. Lo cierto es que reducir la cintura con este tipo de prendas es de lo más perjudicial para la salud, como veremos abajo.
· Mejora la caída de la ropa: Cuando se lleva puesta la faja o el corsé, la ropa ajusta mejor y deja ver una silueta más contorneada. La forma de reloj de arena y de cintura de avispa se logra usando este tipo de prendas. Sobre todo, con vestidos ajustados para las salidas nocturnas, o para eventos especiales y formales como las bodas.
El tightlacing o entrenamiento de cintura y sus peligros
Dentro de la historia del corsé, que es el que da origen a las fajas modernas (como veremos en la breve historia que haremos al final del artículo), el “entrenamiento de cintura” o tightlacing surgió en la época victoriana. A pesar de las advertencias de los médicos, muchas mujeres de entonces y de hoy en día, insisten en llevar una faja puesta todo el tiempo. Para las practicantes del entrenamiento de cintura, dormir con faja es lo más habitual del mundo, y sólo se retiran la prenda para bañarse. La mayoría de las usuarias de este tipo de prenda da más importancia a cómo lucen que a las malas consecuencias que puedan traer para la salud.
Sin lugar a dudas usar faja todo el tiempo, y más aún dormir con esta prenda puesta, es una fuente de problemas para la salud femenina. No son pocos los especialistas que hoy y antaño han advertido de los graves problemas de salud que trae el uso prolongado de las fajas y corsés. Algunas famosas modelos de pasarela han destacado por usar sus entrenadores de cintura a lo largo de toda su vida. A estas mujeres se les conoce como tightlacers o practicantes del tightlacing.
Aquí tienes una lista con algunas famosas tightlacers y las consecuencias que esta práctica les trajo. Tras la atractiva apariencia de glamour que podemos percibir en la fotos y presentaciones de estas modelos, se esconde una vida llena de restricciones y problemas de salud. Esto es algo que muchas mujeres desconocen cuando se dejan deslumbrar por la belleza modelada de las cinturas de avispas y los cuerpos de reloj de arena de las modelos. El peligro está precisamente en que, al iniciar la práctica del tightlacing, la mayoría desconoce qué problemas de salud eso puede provocarles. Y para cuando toman conciencia de los problemas, quizás sean irreversibles para la salud.
Polaire
Es el nombre artístico de Émilie Marie Bouchaud, actriz y cantante francesa (1874-1939). Nació en Argelia cuando este país aún era colonia de Francia. Desde los 15 años comenzó a cantar en un café y a hacer sus primeros shows. Una de las cosas que la hicieron famosa fue su cintura de avispa de 14 pulgadas o 35,5 cm, que lucía bajo un apretado corsé con forma de reloj de arena. La actriz siempre dijo que su cintura era natural, pero la verdad es que usaba el corsé de manera permanente. El famoso pintor Toulouse-Lautrec realizó un boceto de Polaire.
Ethel Granger
Nació en Inglaterra (1905-2011), y practicó el tightlacing a lo largo de muchos años. Su afición por el uso del corsé comenzó cuando su esposo, el astrónomo William Arnold Granger, le habló de su gusto por las cinturas estrechas. Ethel comenzó a usar el corsé moderadamente, pero poco a poco llegó a usarlo todo el tiempo. Su cintura se redujo hasta llegar a las 13 pulgadas o 33 cm. Se ha registrado como la mujer conocida con la cintura más estrecha de todos los tiempos en el Libro Guinness de los Récords de 1939. Ethel nunca confesó los padecimientos provocados por su práctica, pero al parecer deben haber sido varios.
Cathie Jung
Se le conoce como la reina del corsé, ya que su gusto por la moda victoriana la llevó a usar esta prenda durante 20 años seguidos, desde 1983. Nacida en Estados Unidos en el año 1937, es una de las tightlacers que tiene un récord Guinness como “la mujer viva con la cintura más pequeña del mundo”. Con el apoyo de su esposo médico, comenzó la práctica continua del tightlacing. Primero usaba un corsé en las tardes y un cinturón de reducción de cintura en las noches, y luego llegó a usar el corsé las 24 horas del día. Su cintura pasó de medir 71 cm a 38 cm.
Pero estos “logros” han tenido consecuencias tremendas en la vida cotidiana de Cathie, ya que han reducido el estómago y han cambiado la posición natural de algunos órganos. Según lo que ella misma ha expresado:
“Por supuesto que es difícil llevar y hacer un montón de cosas normales... como manejar un auto. No puedo ver bien o reaccionar bien. O solamente te puedes sentar cómoda en algunas sillas. Y también está el problema social. No todos entienden lo que hacemos ni piensan que una cintura ceñida es hermosa. Y toma un montón de tiempo. Ya sabes, vestirse y desvestirse y cuidar mi cuerpo. Tengo problemas en la piel”.
Dita Von Teese
Es el nombre artístico de Heather Renée Sweet, nacida en Estados Unidos en 1972. Es una modelo erótica, actriz y vedette. Ha trabajado posando para revistas como Playboy y Bizarre. Desde muy joven quedó fascinada por el mundo del cine de los años 40, y comenzó a desarrollar un gusto por la lencería y los corsés. Esto la llevó a la práctica del tightlacing. Actualmente tiene una cintura de 16,5 pulgadas o 42 cm.
Dita usa corsé desde los 18 años. Sin embargo, afirma que el uso del corsé por sí solo no reduce la cintura, sino que hay que mantener una dieta sana y practicar ejercicios. También aconseja ser cautelosas con la práctica del tightlacing, ya que puede afectar la salud. Y finalmente advierte sobre nunca crear el hábito de dormir con faja o corsé.
Kim Kardashian
Sin dudas otra de las iniciadoras de la moda de las fajas en nuestros días ha sido Kim Kardashian. Ha puesto de moda sus propios modelos de waist trainers o fajas reductoras, las cuales usa para para poner bajo la ropa y definir la cintura. Según ella, se pueden usar todo el tiempo. Pero según los entrenadores expertos, sólo se recomienda su uso cuando se va a realizar ejercicios, con el objetivo de mantener la postura correcta y obtener resultados. Dormir con fajas no es nada recomendable, debido a la cantidad de problemas de salud que puede traer para el cuerpo y los órganos internos, o incluso para la piel.
Michele Köbke
Es una joven alemana que desde el año 2013 se obsesionó con reducir su cintura y batir el récord de Cathie Jung. Durante 3 años seguidos se mantuvo puesto el corsé todo el día y toda la noche. Según sus declaraciones, sólo se lo retiraba para el baño. Logró reducir su cintura de 64 cm hasta 40 cm. En ese proceso y posteriormente, se le han atrofiado los músculos de la columna y de la barriga, hasta el punto de que no podría mantenerse de pie o sentada sin un corsé que la sostenga. Además, el estómago se le ha reducido al máximo, por lo que sólo puede comer cantidades muy pequeñas de alimento en cada ingesta.
¿Por qué es malo dormir con faja?
Después de todo lo explicado hasta ahora en este artículo, queda claro que dormir con faja o corsé no es una práctica recomendable para nadie. En la tesis titulada «Prendas entalladas y su relación con problemas de salud en mujeres de 18 a 25 años en la ciudad de Ambato», podemos ver las diversas afectaciones que trae para las mujeres el uso constante de prendas ajustadas de moda. La salud debe estar primero que la forma en la que queramos lucir. Si bien las fajas pueden ser de ayuda en ciertas situaciones, su uso continuo no es nada saludable. A continuación, veremos punto por punto por qué es malo dormir con faja.
· Interrumpe el sueño: Sabemos que tener un sueño de calidad es fundamental para la buena salud. Resulta que dormir con faja es un factor que puede empeorar la calidad del descanso. Por muchos motivos, dormir con faja o corsé es un factor que interrumpe el sueño. Por ejemplo, debido a la mala respiración, debido a los dolores que puede provocar en la columna, debido a los problemas de circulación, a las molestias para adquirir una posición cómoda para dormir, etc.
· Provoca malestares estomacales: La fuerte presión que crea dormir con faja y usarla también durante el día, altera las funciones digestivas. Esto se debe a que les reduce el espacio al intestino y al estómago. El primer síntoma es que se limita mucho la capacidad del consumo de alimentos y se dificulta la digestión. Por ejemplo, la tightlacer alemana Michele Köbke se ve obligada a consumir 10 pequeñas porciones de alimentos al día, ya que no puede consumir una porción normal en una misma ingesta. También provoca reflujo gastroesofágico, desnutrición y anorexia.
· Produce estreñimiento: Dormir con faja y usar entrenadores de cintura todo el día, también pueden provocar estreñimiento. Los intestinos apretados no pueden realizar los movimientos naturales que provocan la expulsión de los desechos del organismo.
· Es la causa de problemas circulatorios: El uso continuo del corsé o dormir con faja, también es una fuente de problemas circulatorios, ya que obstruye el flujo sanguíneo. La presión que ejerce esta prenda en las venas de la pelvis, dificulta el paso de la sangre y provoca hinchazón en las piernas y los pies. Esto aumenta el riesgo de aparición de trombos en las extremidades inferiores, además de poder llegar a sufrir una embolia pulmonar.
· Impide la respiración de la piel: La piel es otro de los órganos que se ven sumamente afectados por el uso continuo de entrenadores de cintura. La piel recibe desde irritaciones y marcas hasta infecciones cutáneas. Las fajas y corsés almacenan calor y humedad debido a que se mantienen adheridos al cuerpo por largos períodos de tiempo. Esto, unido a las pequeñas lesiones y cortaduras que puede producir el roce de los materiales con los que están elaboradas las prendas, aumenta la posibilidad de infecciones de piel. Además se experimenta sensación de hormigueo y escozor por limitar la respiración de la piel.
· Reduce la capacidad pulmonar: Los problemas respiratorios son otra de las consecuencias nefastas de dormir con faja o corsé. Esto se debe a que, al estar apretada la cintura y el torso, ello impide que el diafragma se expanda de forma natural. Y cuando el diafragma logra expandirse para la respiración, presiona la caja toráxica que protege a los pulmones. De esta manera, el oxígeno no puede llegar plenamente a los pulmones. Esto genera hiperventilación, que es un tipo de respiración intensa y rápida provocada por la falta de aire. Incluso puede ser causa de desmayos.
· Causa dolores físicos por atrofias: El uso prolongado de faja y corsé provoca atrofia muscular severa. Esta atrofia llega a niveles graves, y provoca que las tightlacers no puedan permanecer erguidas de pie o sentadas sin la ayuda de la prenda para sostener el esqueleto. También provoca sobrecargas, dolores musculares, entumecimiento y hormigueo.
· Obliga a los órganos internos a cambiar de posición: La presión continua que ejerce la faja o el corsé va desde el pecho hasta debajo de la cintura. Esto comprime el abdomen y provoca el desplazamiento de los órganos hacia la parte inferior y superior del torso. Una de las consecuencias del movimiento de los órganos puede ser el desplazamiento del útero hacia la vagina, lo que será una fuente de dolores, problemas menstruales, infecciones vaginales y hasta infertilidad. También empuja los intestinos hacia la zona baja del cuerpo.
· Puede ocasionar fractura de costillas: Dormir con faja o corsé es un peligro potencial para la salud de las costillas, ya que se corre el riesgo de tener una fractura.
· Obstruye el sistema linfático: Los vasos linfáticos se ven afectados por la costumbre de usar faja o corsé todo el tiempo. La función de la linfa es eliminar proteínas y líquidos excedentes acumuladas en los espacios entre los tejidos. Las prendas excesivamente ajustadas como las fajas y corsés, dificultan el retorno venoso, y ello provoca retención de líquidos e inflamación de miembros, sobre todo de las piernas.
· Síndrome compartimental: Consiste en el aumento de la presión en la zona muscular provocado por el uso continuo de la faja, incluso para dormir. Esto puede dañar los nervios y los músculos, además de provocar problemas de flujo sanguíneo. Este síndrome causa un dolor intenso que no desaparece con analgésicos, provoca disminución de la sensibilidad, genera entumecimiento y hormigueo, así como debilidad y palidez en la piel de la zona.
El corsé y la faja: una larga historia
Sin lugar a dudas la faja se ha convertido en uno de los atuendos más populares para lograr adelgazar y para moldear la figura. El entusiasmo por el uso de fajas en influencers y artistas como Jennifer Lopez, Katy Perry, las Kardashian, Adele o Selena Gomez, ha contagiado a muchas mujeres. Esto, unido a la apabullante publicidad y el márquetin que pagan los fabricantes de fajas, ha provocado que el uso de esta prenda se haya puesto de moda. Ha sido tanto el frenesí por los supuestos beneficios del uso de faja, que muchas de sus usuarias llegan a dormir con faja y sólo se la quitan para bañarse. Dormir con faja es la tendencia de belleza corporal del momento.
Gran parte de la popularidad de las fajas se debe a que estas se promueven como un tipo de ropa íntima que ayuda a reducir la grasa abdominal, mientras modela el cuerpo. Tener un abdomen delgado y una figura contorneada como reloj de arena o S, es la causa de que tantas mujeres se hayan obsesionado hoy en día con las fajas. Muchas de las que siguen esta tendencia “nueva” del uso de fajas, se olvidan de que es la derivación moderna del antiguo corsé. Aunque la faja ha evolucionado bastante con respecto a los antiguos los corsés, tiene la misma función que estos.
¿Cómo eran las fajas de la Antigüedad?
Para entender la situación actual, analicemos un poco de la historia del uso de este tipo de prendas, que por lo general forman parte del atuendo femenino. Para empezar, hay que aclarar que el corsé es una prenda europea, que tiene una trayectoria de siglos. De la antigua Grecia, específicamente de la isla de Creta (en la ciudad de Cnosos) provienen una serie de figurillas del arte Minoico de los siglos 1600-1500 a. C. Estas figuras, que se conocen como “diosas de las serpientes” y “adoradoras”, representan a mujeres con los senos expuestos y lo que parece ser corsé ceñido externo, que termina en una falda larga acampanada. Esta es la referencia más antigua que se ha encontrado del corsé.
En algunos pueblos del Cáucaso, se tenía la costumbre de que las mujeres llevaran corsés atados con 50 nudos desde la infancia hasta la noche de bodas. Después de la boda, el esposo debía desatar los nudos con paciencia antes de hacer el amor con su esposa, para demostrar que tenía autocontrol sexual.
El corpiño, el jupe y los corsés de los siglos XVI al XIX
En el siglo XVI surgió el corpiño como ropa interior en Italia. Posteriormente se instauró la moda en la corte francesa de Enrique II, gracias a la influencia de Catalina de Médici. Las mujeres francesas usaban un tipo de corpiño que tenía forma alargada y que estilizaba la figura femenina dándole forma de cono invertido. Aunque no eran corpiños demasiado rígidos, hacían un contraste llamativo entre la parte plana de abajo y las curvas prominentes en los pechos. Estaban elaborados con varias capas de tela, endurecidas con pegamento, y bien atados. Para mantener la rigidez se usaban barbas de ballena o cañas, y muy rara vez acero o hierro.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX se llevó un tipo de corsé en forma de V, cuyo propósito principal era elevar y dar forma a los senos. Este tipo de corsé apretaba el diafragma y brindaba sostén a la espalda para ayudar a las mujeres a mantener la postura erguida. La mayoría de las prendas se usaban como atuendo exterior. Una de las variantes más usadas para situaciones informales eran los corpiños de lino acolchados. También se fabricaron los jupe o “chaquetas cortas”, que estaban rellenos con algodón y se elaboraban con tela de seda, lino y bordados, y tenían la función de dar apoyo a los senos.
El corsé victoriano en forma de “reloj de arena”
Ya en pleno siglo XIX surgió el estilo de corsé victoriano, que volvió a entronar a la cintura como una parte importante de la figura femenina. Estos corsés tenían forma de reloj de arena y se amarraban por la espalda, donde debían apretarse lo más fuerte posible. La fiebre por el uso de estas prendas creció, y fue entonces cuando surgieron las prácticas de tightlacing o el “entrenamiento de cintura”, que hoy se han vuelto a poner de moda. Desde la época del surgimiento de estos corsés, los médicos advertían a las mujeres que el tightlacing podía causar problemas en los órganos internos y crear trastornos fisiológicos.
El corsé victoriano, a diferencia de los anteriores, ya no terminaba en las caderas, sino que seguía varios centímetros más abajo. Su forma era muy curvilínea; era ancho arriba para realzar los senos, se estrechaba en la cintura lo más posible, y se volvía a ensanchar al bajar a las caderas. Esto era lo que provocaba la ilusión del formato de “reloj de arena”. Para mantenerlos rígidos, se usaba acero encorvado. Normalmente se elaboraban a mano según las medidas de las usuarias.
El corsé eduardiano en forma de “pico de cisne”
El corsé eduardiano en forma de “pico de cisne” fue otro tipo de corsé muy popular en los inicios del siglo XX, y vino a sustituir a los corsés victorianos. Tenían forma de S, y terminaban en lo que se dio en llamar “pico de cisne”. Fueron diseñados por la doctora Inès Gaches-Sarraute, que además era modista. La idea de Gaches-Sarraute era crear un modelo de corsé que fuera más saludable para los procesos fisiológicos de las mujeres, por lo que se les conoció como “corsés de salud”. En su libro “Le Corset : étude physiologique et pratique”, editado en 1900, expone los efectos negativos que tuvieron sobre la figura y la salud de las mujeres los corsés victorianos.
Entre los problemas de salud que provocaba el corsé victoriano, apuntados por Gaches-Sarraute en su libro, tenemos:
· Generación de hernias.
· Constreñimiento de la caja toráxica, lo que influía en una mala respiración.
· Desplazamiento de órganos internos hacia la zona baja del cuerpo.
· Debilitamiento y atrofia muscular.
· Problemas de barriga baja debido al desplazamiento de la grasa abdominal, sobre todo en mujeres que habían usado el corsé victoriano por muchos años.
Estos padecimientos y tantos otros que quedaron reflejados en su libro, fueron los que motivaron a la doctora a diseñar un tipo de corsé diferente, que fuera saludable para las mujeres. Los nuevos corsés eduardianos se caracterizaron por tener un rígido busk, en el centro delantero del corsé, lo que aplanaba la parte delantera. La idea era sostener los órganos desde abajo y no seguirlos empujando. También liberaba la excesiva compresión en el pecho al que sometían los corsés victorianos. Estaba enfocado en fomentar una postura corporal adecuada. Según Gaches-Sarraute, este nuevo modelo de corsé podía mejorar la belleza física sin menoscabo de la salud.
Aunque el modelo de la doctora cumplió con los objetivos de mejorar la salud y la belleza, los fabricantes en masa modificaron la prenda y elevaron la zona plana delantera. Esto provocó que el nuevo corsé volviera a crear problemas de salud, tales como el desplazamiento de los órganos (esta vez hacia arriba), problemas de respiración, falta de distensión para procesos corporales como los gases, los desechos, etc.
Boom de las fajas: período entre las guerras mundiales del siglo XX
Tanto en el período de la Primera Guerra Mundial como en de la Segunda, las mujeres limitaron el uso del corsé. En este tiempo la propaganda de los gobiernos implicados en la guerra pedía a las usuarias que dejaran de consumir estas prendas. El objetivo era liberar el acero que se empleaba en las varillas internas que brindaban rigidez a los corsés, para destinarlo a la guerra. Los datos de la época revelan que en la Primera Guerra Mundial se liberaron en Estados Unidos unas 28 mil toneladas de acero que provenían de la industria de la corsetería. Con este metal se construyeron 2 acorazados.
Por su parte, las fajas, aunque habían comenzado a producirse desde inicios del siglo XX, adquirieron mayor popularidad en esta época de entre guerras. En un inicio las fajas eran usadas sobre todo por mujeres jóvenes, pero paulatinamente fueron haciéndose más populares y empezaron a usarlas mujeres de cualquier edad. La diferencia entre las fajas y los corpiños es que las primeras no necesitan varillas rígidas de acero. Gracias a los avances de la tecnología en la industria textil, se lograron confeccionar prendas que ajustaban mejor al cuerpo, gracias al uso de telas elásticas. Las fajas resultaron más flexibles y menos voluminosas que los antiguos corsés y corpiños, por lo que permitían mucha más libertad de movimiento.
Años 60 del siglo XX hasta la actualidad
Para los años 60 del siglo XX, las fajas habían sustituido casi por completo el uso de los corsés, por lo menos en su función de modelar la figura femenina. Sin embargo, los corsés se siguieron usando para corregir algunos problemas de salud, tales como la postura de la columna. El mercado de los corsés ortopédicos fue creciendo y se volvieron muy solicitados para corregir problemas como la escoliosis. Pero casi nadie los usaba para la indumentaria diaria como antaño. Los corsés ortopédicos se realizan a partir de materiales resistentes y rígidos, pero ligeros al mismo tiempo. En la actualidad incluso se pueden fabricar de forma computarizada.
Por otro lado, las fajas tuvieron su momento de crisis en el año 1968, sobre todo en Estados Unidos. El inicio de esta crisis estuvo marcado por el movimiento feminista New York Radical Women, cuando más de 400 miembros realizaron una protesta durante el evento de Miss América. La protesta consistió en la instalación del Freedom Trash Can (cubo de basura de la libertad), en el que se empezaron a arrojar todo tipo de productos de belleza e higiene femeninos. Entre esta basura se encontraban también las fajas y corsés modeladores, los cuales fueron llamados por las feministas “instrumentos de tortura femeninos”.
A partir de entonces, muchas mujeres comenzaron a dejar de usar este tipo de prendas, y bajó bastante el consumo de las mismas durante muchos años. No fue hasta los años 90 cuando se volvieron a poner de moda las fajas y los corsés, y desde entonces no han dejado de usarse hasta nuestros días. De hecho, se ha vuelto a revivir el “entrenamiento de cintura” o tightlacing, que es practicado por muchas influencers y modelos, como vimos más arriba. Algunas mujeres incluso han adquirido la costumbre de dormir con fajas, tema bastante cuestionable para la salud, como hemos demostrado en este artículo.